Acaban de terminar las fiestas patronales de Tarazona, días de juerga, de comer y de beber, de estar con amigos en definitiva, y éstas no han podido ser completas porque se me ha ido uno.
Angel, como lo llamaban todos, algunos Angelito, para mí Señor Angel, había estado siempre, o al frente de una barra, o al frente de cualquier negocio hostelero, donde él repartía lecciones a diestro y siniestro, ¡cúanto deberían haber aprendido de él muchos de cuantos regentan actualmente bares y restaurantes!.
Empecé a conocerle en profundidad cuando llevaba el Bar Casa Justo, donde conviríó cuatro mesas en un emporio gastronómico, con su mujer Maricarmen en la cocina consiguieron algo que después de más de diez años, ya no se ha conseguido en la ciudad, las pochas con foie gras, las fideua, y las distintas carnes y pescados salían de un metro cuadrado de cocina, cual si hubiesen sido hechas en la cocina del Palace y simpre con un precio comedido, sabían que era lo que había que dar y cuanto había que ganar en ello.
Por aquel entonces yo no me dedicaba al mundo del vino, hablabamos de las cuentas y de cuanto valía esta botella o la otra, lo controlaba al dedillo, siempre en pesetas, hasta hace cuatro días me seguía hablando en pesetas. También hablabamos de otras cosas, de las buenas y de las malas, acabé siendo su confidente, y con todo ello me quedaré para siempre.
Ha peleado con el cáncer como si se tratase de un sarpullido, hablaba con toda la naturalidad del mismo, y me llegó a decir que todo estaba en la cabeza, y él la tenía muy bien amueblada. Hoy tengo que pensar y quiero pensarlo que eso no ha podido con él, sino que se ha ido porque ha hecho ya en esta vida, todo lo que se puede hacer, ha sido buen marido, buen padre, buena persona, y buen maestro para todos cuantos hemos querido aprender algo de él.
Sólo he derramado cuatro lagrimas Angel, pero son de las que cuando surcan la cara hacen daño y escuecen para dejar el recuerdo de porque han surgido.
Bridaré por tí en cuanto una de las frascas de vino que siempre compartíamos caiga por mis manos.
Me sumo. Angel era un tipo estupendo. Cuando vine de la mili (1983) estuve diez meses en el paro. Pero en el paro de sin cobrar. Angel entonces se metió en la aventura de reflotar la antes llamada Discoteca Lince y que él rebautizó como Codax. Fueron unos meses que quitado la temporada de fiestas fueron un pequeño fracaso de público y, evidentemente, económico para él y su hermano José.
ResponderEliminarNunca un mal gesto para los que allí trabajábamos los fines de semana. Nunca falló el salario pactado aún sin haberlo generado.
Yo también recuerdo con una sonrisa a Angel. Dónde estés, que te vaya bonito.